La Iglesia aboga porque se trata de algún resto funerario del antiguo imperio Mongol. Los arqueólogos creen que tenía un papel central en una antigua civilización. El gobierno armenio, quizá en un intento de no enemistarse con el clero, ralentiza el permiso para las excavaciones.

¿Una pirámide en el corazón de Armenia? Sí, estás leyendo bien. Quizá no te suene demasiado este país o no seas capaz de señalarlo de forma inequívoca en un mapa, y sin embargo, Armenia es una de las culturas más antiguas del mundo y el primer país en abrazar la religión cristiana. Las evidencias arqueológicas arrojan datos que permiten ubicar ciudades en el tercer milenio antes de Cristo. Conscientes de su anciana genealogía, los armenios afirman proceder del mismísimo Noe, mientras algunos historiadores bíblicos mueven su eje de coordenadas y trasladan al altiplano armenio el Paraíso Terrenal.

Al margen de mitos y leyendas, la historia, la geografía y los restos construyen el pasado de los lugares y parece obvio que este país de 3 millones de habitantes, a caballo entre Asia y Europa, sin salida al mar y con dos de sus fronteras – la turca y la azerbaiyana – cerradas, tiene un pasado. Y Dvin, su antigua capital, también. Situada a 250 kilómetros de Ereván, la actual capital Dvin, también llamada Duin o incluso Dabil por los árabes, fue el epicentro de la Armenia histórica en época medieval, por ser más precisos entre el siglo V y el siglo XIII. De hecho fue el hogar de la familia de Saladino, el conquistador de Jerusalén y azote del cristianismo. Pero sin embargo, la construcción de la ciudad originaria que se cifra en torno al año 385 se hizo sobre un emplazamiento anterior. Muy anterior. Y aquí es donde entra en juego la Pirámide, una colina cubierta de arena y vegetación rala, cuya forma evidentemente ni es natural, ni es casual.

El historiador español Xavier Bartlett Carceller afirmaba ya hace un par de años su perplejidad ante el desconocimiento para el mundo de la Historia y la Arqueología de la pirámide de Dvin, si bien muy alejada de sus homólogas egipcias, bastante próxima a los zigurats mesopotámicos. «He tenido muy recientemente conocimiento de otra pirámide, desconocida y en un lugar relativamente insólito: Armenia« afirmaba Bartlett –  «Este país tiene un gran patrimonio histórico y arqueológico que en gran parte sigue siendo bastante ignorado fuera de sus fronteras.»

Se cree que Dvin, la antigua capital armenia, hunde sus orígenes en el Tercer milenio a.C. y parece bastante evidente por las señales de un antiquísimo y masivo incendio, que en la primera mitad del siglo VIII a.C. y junto a otras localidades del Valle del Ararat fue destruida por las hordas invasoras. La pirámide sin embargo parece haber estado ahí desde siempre. Es bien conocida por los lugareños y su origen, como el de una montaña o una cascada, no se cuestiona. De hecho, hasta hace muy poco se practicaban excavaciones ilegales en su cima que sacaron a la luz la existencia de una construcción de piedra basáltica. Pero los trabajos de investigación han sido paralizados por el gobierno. Según afirma, esperaba la opinión informada de ciertos dirigentes de la Iglesia Apostólica Armenia.

El cristianismo adoptado en Armenia en el año 301 es, pese a tratarse de un estado secular, parte integrante de su identidad y de su código de valores. Lamentablemente la historia no se pliega fácilmente ante la fe y a muy pocos kilómetros de la pirámide, en las ruinas de la ciudad de Dvin, se encontró una piedra grabada con un relieve que muestra de forma muy clara una típica pirámide escalonada, como si la imagen tuviera una importancia especial.  El hallazgo es muy importante, porque no sólo constata la presencia antigua de la pirámide en la región, sino que la misma no siempre estuvo cubierta de arena y tierra. Probablemente cumplió algún tipo de función que el temprano cristianismo se encargó – literalmente – de tapar.

Estudios realizados por la UNESCO demuestran que Dvin albergó en el siglo VI a.C. una enorme fortaleza. El tipo de construcción pensada para proteger a un lugar próspero y rico. ¿Una civilización capaz de levantar una pirámide? Sin duda. Ya lo habían hecho con su propia fortaleza y los restos encontrados en sus ruinas permiten suponer la existencia de unos gremios artesanales bastante avanzados.

Quizá en un momento no muy lejano tengamos el privilegio de asistir a una realidad oculta durante siglos. O quizá no entrañe más secreto que el de los restos rituales de una religión anterior que una posterior se encargó de cercenar…

Hasta entonces, por lo menos podemos observarla por fuera en uno de nuestros viajes y preguntarnos qué tipo de ceremonias albergó hace como mínimo un par de milenios.

Fuentes: Violeta Balián, Crónicas Armenias; Xavier Bartlett Carceller; Graham Hancock,  The Magicians of the Gods

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