Desde Nochebuena a la Epifanía, en diferentes países y tradiciones, las fechas navideñas se asocian con personajes repartidores de regalos, especialmente entre los niños. Diferentes nombres para diferentes personajes que ofrecen magia y felicidad en fechas tan señaladas. La befana es el único personaje femenino que comparte este rol con sus compañeros masculinos.
La Befana no llega en Navidad, sino en la madrugada del 6 de enero, al igual que los Reyes Magos. Tampoco es universal. Su radio de acción se limita a su patria chica, Italia. Allí, en estas fechas es habitual observar la imagen decorativa o como souvenir, de una sonriente anciana de ropas ajadas que porta un enorme saco y cabalga a lomos de una escoba. No es una bruja, como podría parecer por su aspecto, sino una figura folclórica propiciatoria que trae regalos a los más pequeños en la Epifanía. Y no deja de tener un punto de justicia universal que, en una parte del mundo, los niños no están obsesionados con la llegada de tres reyes magos de aspecto suntuoso, sino con la de una anciana bruja decrépita y pobre.
Dicen que la figura de la befana, fue alentada por el fascismo italiano en sus intentos de devolver su identidad a la península italiana, pero, independientemente del oportunismo político que tratara de darle visibilidad frente a otras figuras «importadas», la befana ya tenía su propia tradición el 6 de enero. Su nombre, befana, probablemente deriva de esta palabra: epifanía, la festividad religiosa cristiana que conmemora, en esa fecha, la Adoración de los Reyes Magos a Cristo, tras su nacimiento. La tradición mantiene que esta anciana visita a los niños la noche antes de la epifanía para rellenar os calcetines colgados esa noche. Si han sido buenos dejará caramelos y chocolatinas, y si han sido malos, los rellenará de carbón, que es en realidad un dulce que imita la apariencia del mineral. Curiosamente el «carbón» también es utilizado por la figura de los Reyes Magos en España. Curiosamente, como en los hogares españoles, los niños italianos le dejan a su bienhechora un pequeño refrigerio nocturno, generalmente, queso y vino.
Cuenta la leyenda…
La narrativa popular cristiana cuenta que los Reyes Magos se dirigían a Belén para llevar sus presentes al Niño Jesús, pero, al no conseguir encontrar el camino correcto, pidieron ayuda a una anciana. La mujer los atendió y les regaló dulces, pero cuando los Magos le pidieron que les acompañara en su búsqueda, la mujer se negó y les dejó partir solos. Cuentan que tiempo más tarde se arrepintió de su decisión, se echó un manto y preparó una cesta con dulces, pero, pese a caminar y caminar, no logró encontrar el rastro de los magos, ni, mucho menos, el lugar donde se encontraba el niño Jesús, del que le habían dicho que había nacido en un hogar muy humilde.
Dicen que al no tener manera de saber donde se encontraba, la Befana fue parándose en las casas más humildes del camino donde había niños, dejándoles dulces y chucherías, en la esperanza de que alguno de ellos fuese el pequeño Jesús. Desde entonces, en la misma fecha que los Reyes que pasaron por su morada, ella vagaría por el mundo haciendo regalos a todos los niños para hacerse perdonar.
Tradición ancestral
Italia también tiene su propio Santa Claus, un Babo Natale, pero nadie le toma muy en serio porque llegó a la península hace apenas 50 años, mientras que la tradición de la Befana proviene, al menos que se sepa del siglo XIII, y eso, integrada dentro de la celebración religiosa cristiana, porque su figura es muy anterior. La mayoría de los pueblos han integrado sus propios elementos folclóricos en la celebración de la Navidad, pero el origen real de la Befana probablemente derive de antiguos ritos pre-cristianos vinculados con las fiestas agrarias paganas que festejaban el nuevo año. Quizá la figura de la anciana esté relacionada con lo antiguo, el año que termina. La escoba serviría para barrer lo malo, lo antiguo, y el uso de regalos, asumiría el valor de pequeñas ofrendas para propiciar un próspero año nuevo. Quizá en el Medievo se asimiló su aspecto al de una bruja para tratar de «apartarla» de las fiestas religiosas durante el período más fundamentalistas de la religión cristiana.
Si nos remontamos a la celebraciones pre-cristianas, llevadas a cabo en la zona dos mil años atras, encontraremos una fiesta romana, que se desarrollaba al comienzo del año en honor de Jano (dios de las puertas) y de la diosa Strenia (de la que deriva el término «estreno»), la deidad del bienestar y la purificación a la que se le ofrendaban dátiles, higos y miel en su altar de la Via Sacra. Como la Iglesia se encargó de convertir una diosa en una vieja bruja forma parte de un debate más largo. En cualquier caso, la befana es una figura tan arraigada en el folclore italiano que está incluso inmersa en el lenguaje. Cuando en España decimos «nos van a dar las uvas», ellos utilizan la expresión «va a llegar hasta la befana».