Era esbelta, bella y llevaba el pelo largo. No comió nada el día anterior como preparándose para el gran momento. Tenía 14 años cuando fue sacrificada como ofrenda a los dioses, probablemente durante una ceremonia inca de Capac Cocha. Su cuerpo ha permanecido congelado e inmutable durante 500 años.

El mundo la conoce como Juanita, pero nadie sabe su nombre real. Probablemente pasara los últimos 500 años, recostada en un rincón de la morada de los dioses, en el helado cráter del nevado Ampato, donde una expedición la encontró en el año 1995. No fue del todo un hallazgo casual: el arqueólogo de montaña Johan Reinhard y el andinista Miguel Zárate han documentado una docena de momias infantiles que fueron presuntamente sacrificadas durante la cultura inca, pero Juanita fue muy especial. Parecía viva, dormida, en palabras de su descubridor, como si hubiese muerto tan solo unas horas antes.

Los investigadores dicen que Juanita, probablemente una jovencita perteneciente a la nobleza durante el reinado del Spa Inca Pachacútec Inca Yupanqui, murió congelada. Conserva un fuerte golpe en la cabeza que le causó una enorme hemorragia, pero con un atisbo de compasión, los estudios forenses han determinado que la niña estaba si no muerta, inconsciente cuando se produjo: la altitud – más de 6000 metros sobre el nivel de mar – y las hojas de coca probablemente hubiesen mermado ya su conciencia, cuando fue entregada a los Dioses.

Juanita, la doncella de Hielo, encontrada en 1995 en el cráter del Nevado Ampato

Su valor ceremonial es indudable. Pese a que a diferencia de las momias egipcias sus órganos no habían sido extraídos, la suya no fue una muerte accidental. Los investigadores encontraron en los alrededores varias illas, las estatuillas de oro utilizadas en los sacrificios. Fueron el viento y el hielo de las alturas los que la preservaron durante cientos de años.  Su hallazgo revolucionó al mundo científico por su excelente estado de conservación. En 1996, fue exhibida en la sede del National Geographic Society en una urna especialmente climatizada y con posterioridad fue donada a la Universidad Católica de Santa María de Arequipa.

El cadáver de Juanita se sometió a una autopsia virtual en los laboratorios de la John Hopkins Hospital de Baltimore, que permitieron conocer los datos que la harían aún más cercana: murió a los 14 años de edad, entre 1440 y 1450 d. C. Tenía una estatura de 1,58 metros, no había sufrido ninguna enfermedad, había gozado de una alimentación sana y tenía una dentadura perfecta y huesos fuertes. Los científicos del Institute for Genomic Research (TIGR) de Maryland lograron recuperar células de los tejidos de su corazón que permitieron identificar su ADN, compararlo con el del programa Genoma Humano y certificar que tenía parentesco lejano con la tribu Ngobe de Panamá y con antiguas razas asiáticas. Con posterioridad y con un mayor banco de datos, se sabe ya que Juanita es de los Andes y su ADN mitocondrial – heredado por línea materna – revela su pertenencia al haplogrupo A.

En la actualidad, Juanita nos contempla desde una cámara de vidrio a casi 20º bajo cero en el  Museo Santuarios Andinos de la Universidad Católica de Santa Marí­a de Arequipa. Si queréis viajar al pasado a través de sus ojos y de su historia, no dudéis en venir con nosotras a este fascinante país.