Tánger, la luminosa ciudad del norte de Marruecos, posee la sorprendente peculiaridad, de desafiar al paso del tiempo. Enclavada desde siempre entre dos mares, dos continentes, dos culturas, dos religiones y dos universos, quizá cifre en esa “bipolaridad” el secreto de su innegable éxito literario, bien como escenario o bien como inspiración.

A mediados del siglo XX, la ciudad norteafricana de Tánger se configuró como un mundo al margen de las reglas. Estrictamente hablando no era ni marroquí, ni francesa, ni española, albergaba judíos, musulmanes y un increíble batallón de descreídos. Hablaba en árabe, bereber y castellano, escribía en francés y dirimía en inglés sus intrigas políticas internacionales. Era una ciudad libre. Era independiente. Era cosmopolita. Su luz, su cualidad transfronteriza, su capacidad para mantenerse al margen de lo establecido, albergando romances homosexuales y fiestas subidas de hachís, la convirtieron en la meca de toda una generación de intelectuales sorprendidos por los vientos de la creatividad, la permisividad y la transgresión. Durante un tiempo, Tánger fue el París de los impresionistas, el Benarés de los místicos o el Tíbet de los budistas. Más que una ciudad o un espacio, Tánger, la blanca, tendida en las laderas desde la kasbah hasta el mar, se convirtió en un estado mental. Y esa fascinación, que ha permanecido latente en las intrincadas calles de su medina y en la febril actividad de su zoco chico, parece haber vuelto.

Sus “descubridoras”

Había pocas mujeres en la escena pública y literaria a mediados del pasado siglo, pero serían dos de ellas, la pareja formada por las escritoras norteamericanas Gertrude Stein y Alicia B. Toklas, dos de las primeras prescriptoras de la marca Tanger, ya puesta en valor por el francés Pierre Lotti. Fueron ellas, que habían

pasado allí unas vacaciones de ensueño, quienes animaron a Paul Bowles a visitar la ciudad que le atraparía para siempre. Y desde ella, el escritor de «El cielo protector” y su esposa, Jane Bowles, servirán de anfitriones y de foco de atracción al resto de la generación beat, una juventud estadounidense que coqueteaba con la izquierda como con el kif y la libertad sexual, y que convertiría la icónica ciudad en un referente literario casi mágico a mitad de camino entre la fantasía y la realidad. Desde Lotti a Mike Jagger, Saint-Exupery, Barthes, Beckett, Burroughs, Truman Capote, Genet, Juan Goytisolo, CAren Laforet o Tennessee Williams serían solo algunos de los “creadores” fascinados por la magia de esta ciudad

El mito sigue vivo

Quizá, arrastrada por la moda vintage, Tánger vuelve con fuerza a la literatura, acompañada en ocasiones de Tetuán, la otra, la ciudad blanca del interior, la que alberga una medina tan infinita como su oferta cultural. La escritora María Dueñas fue quizá la primera en devolver al gran público la realidad de esas ciudades cercanas y lejanas a un tiempo a través de las páginas de El tiempo entre costuras que reflejaba magistralmente el juego de intrigas e intereses internacionales que se entretejían en un reducto, aparentemente, alejado de la guerra y los juegos de poder. La obra de Dueñas que redescubrió el norte de Marruecos a las lectoras españolas tuvo una seguidora de excepción en Cristina López Barrio. La autora madrileña quedó finalista en la pasada edición (2017) del Premio Planeta con Niebla en Tánger, una historia llena de historias, como en un ejercicio de metaliteratura, en el que la protagonista, Flora Gascón, vive una aventura con un hombre que lee una obra del mismo título. Cuando él deja de presentarse a sus encuentros, ella decide leer ese libro, donde encontrará una historia paralela a la suya, un protagonista que 50 años atrás, parece ser su esquivo amante y una misteriosa escritora. Con esos datos viajará a Tánger para encontrar una ciudad mágica que no espera, sin saber que, por el camino, se descubrirá, también, a sí misma.

Y hace apenas unos meses, aún en el año 2018, Tánger acaba de recuperar este nuevo protagonismo con la publicación de la primera novela de la irlandesa Christine Mangan. La obra, publicada bajo el título de Tangerine, ha sido traducida al español como Vientos de Traición. Una vez más es el Tánger de los años 50, el que como un protagonista más, se cuela en la vida de dos mujeres y un hombre a través de un asesinato y un misterio. Alice y Lucy tendrán que reconocerse a sí mismas y explorar en las raíces de su antigua amistad mientras se mueven por una luminosa Tánger que, cuanto más conocen, más oscura, esquiva y hostil se les vuelve. Los derechos de Vientos de traición han sido comprados por George Clooney para su adaptación al cine con Scarlett Johansson en el papel protagonista. Ahí lo dejamos. Nuevos vientos literarios soplan en la ciudad del estrecho, así que te sugerimos que aproveches a recorrerla junto a www.focusonwomen.es mientras aún es un secreto a voces, antes de que las huestes de Hollywood transformen su luz, su fisionomía y su esencia para siempre.

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