Quizá la isla de Sri Lanka haya tenido mil nombres porque tiene mil identidades; las que le han otorgado las diferentes etnias y credos de sus pobladores a lo largo de más de dos mil años.

«Lanka», «Lankadvīpa», «Simoundou», «Taprobane», «Serendib» y «Selan», han sido algunos de sus nombres a lo largo de la historia. Convertida en un tradicional centro budista en al antigüedad, la especial ubicación de Sri Lanka en el camino de las principales rutas marítimas le ha conferido desde siempre un importante valor estratégico, lo que históricamente le ha colocado en el punto de mira de diferentes imperios. Hoy en día, este país, algo menor que Andalucía, ha vencido las diferencias derivadas de su diversidad y ha optado por ponerla en valor. En la actualidad es multireligioso y multiétnico. En él casi un tercio de la población profesa el hinduismo (16%), el cristianismo (7,5%) y el islam (7,6%), complementando a la mayoría budista. La comunidad cingalesa es la mayoritaria (83%), seguida por los tamiles (9%), que se concentran en el norte y el este de la isla. Otras comunidades incluyen los musulmanes árabes (7,7%), malayos y los burghers.

Los habitantes prehistóricos de Sri Lanka fueron los veddahs. Los cingaleses llegaron a la isla en el siglo IV a. C., probablemente de la parte norte de la India, y desarrollaron una civilización con ciudades como Anuradhapura y Polonnaruwa. El budismo se introdujo en la isla en el siglo III a. C., forjando una nueva civilización y la población tamil de la parte sur de India también llegó a la isla en un momento desconocido trayendo consigo una cultura y una política distintas e inaugurando una larguísima historia, de cerca de dos mil años, de guerras invasiones y paces.

China, Portugal, los Países Bajos, el imperio Británico, Francia y el imperio de nuevo se disputaron desde el siglo XVI la isla, apoyando a sus diferentes facciones y proporcionándole a lo largo de cinco siglos unas nuevas señas de identidad. En 1948 la entonces Ceilán adquirió su independencia. Casi tres décadas después cambiaría su nombre por el actual de Sri Lanka y modificaría su bandera, para acoger una representación de las poblaciones minoritarias tamil y musulmana. El 1 de julio de 1960, el pueblo de Sri Lanka se convertiría en el primer país del mundo en nombrar a una mujer como primera ministra: Sirimavo Bandaranaike. En los últimos 100 años, Sri Lanka ha cuadriplicado su población colocándose en los 20 millones de habitantes, y ha gozado, junto a India, del período más largo de democracia parlamentaria en un país no occidental.

Conocida como la isla de las especias, Sri Lanka exporta en la actualidad canela, clavo, vainilla, café, caucho y coco, además del universalmente conocido té de Ceilán y presume de tener el más alto ingreso per cápita de toda el Asia meridional. La belleza natural de sus bosques tropicales y playas y paisaje, junto a su espectacular patrimonio cultural y a la situación de calma tras dos largas décadas de enfrentamientos la han convertido en un destino turístico de primer orden. No en vano la guía Lonely Planet la ha calificado como destino estrella en este año 2019, liderando la lista de países por descubrir. Sus atractivos son más que evidentes: playas interminables, restos arqueológicos, espectaculares plantaciones de té, tradiciones ancestrales y ocho lugares declarados Patrimonio Mundial por la Unesco. Los safaris por sus tranquilos parques nacionales permitirán, además, a los visitantes avistar una de las faunas más variadas del mundo entre elefantes, leopardos, búfalos de agua, una avifauna diversa y un aluvión de primates, que como en las películas de nuestra infancia, aún viven en los templos, alimentándose de las ofrendas que los humanos dejan a los dioses.

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