“Si me matan, sacaré los brazos de la tumba para pelear más fuerte”

Estas fueron las palabras de la activista Minerva Mirabal cuando sus allegados le comunicaron lo que se comentaba en los mentideros: que el régimen del dictador dominicano Trujillo iba a matarla, junto a sus hermanas. Como todo el mundo, quizá a excepción de ellas, parecía temer, el crimen se consumó el 25 de noviembre de 1960. Ese mismo día los cuerpos de María Teresa, Patria y Minerva Mirabal fueron encontrados en el fondo de un barranco, en la localidad dominicana de Salcedo. Parecía un accidente de tráfico, pero no fue tal. Y las palabras de Minerva resultarían proféticas: su asesinato desbordaría el vaso del aguante de los dominicanos; hoy nadie duda que la brutal ejecución de las hermanas Mirabal fue la gota que colmó el vaso, provocando la caída del dictador, apenas unos meses después.

Desde entonces, las Hermanas Mirabal se han convertido en un referente femenino, y el día en la que República Dominicana y toda América Latina y Caribe les rinden homenaje, el 25 de Noviembre, terminaría siendo señalado en 1999 por la ONU como el Día Internacional por la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer.

Minerva, Patria y Maria Teresa Mirabal tenían entre 26 y 36 años en el momento de su muerte

Minerva. Patria y Maria Teresa Mirabal

Las hermanas Mirabal, conocidas en la clandestinidad como Las Mariposas, procedían de una familia acomodada de Salcedo, provincia que recibe hoy el nombre de Hermanas Mirabal. Tenían carreras universitarias, estaban casadas y tenían hijos. A excepción de Dedé, la hermana menos vinculada políticamente, las tres restantes, llevaban una década de feroz activismo político luchando contra Trujillo. Todas ellas habían sufrido torturas, encarcelaciones, vejaciones y abusos sexuales, pero pese a todo, continuaban en la lucha.

Preocupado por su popularidad, Trujillo ideó un plan para eliminarlas. Solicitó su excarcelación para dar un golpe de efecto y sorprender a la opinión público por su magnanimidad, pero mantuvo presos a sus esposos, y uno de los días en que las mujeres solicitaron una visita en la prisión, ordenó a la Policía Secreta que se encargara de su ejecución y la hicieran pasar por un accidente  de tráfico.

Las Hermanas Mirabal se han convertido en un símbolo, y el día de su asesinato, el 25 de Noviembre, terminaría siendo señalado por la ONU como el Día Internacional por la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer.

Las tres mujeres, junto a su chofer, Rufino de la Cruz, fueron interceptadas en la carretera por un vehículo de la policía secreta y como más tarde, en los juicios que se sucedieron, se verían obligados a reconocer los implicados, fueron apaleadas y ahorcadas y luego arrojadas con su vehículo a un barranco. En el momento de su muerte tenían entre 26 y 36 años y sumaban 5 hijos en total. Dedé, la hermana superviviente, jamás creyó la versión oficial del Régimen, y la sospecha fue creciendo y sembrando un ambiente de injusticia y repulsa entre los ya hastiados dominicanos, que culminaría en la ejecución del propio Trujillo. El dictador, pretendiendo acabar con ellas, había terminado por convertirlas en un símbolo.

La fecha de su muerte se convirtió en una fecha clave en América Latina, donde la violencia de género está considerada como “pandemia. Según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) de 2013, «entre la cuarta parte y la mitad de las mujeres declaran haber sufrido alguna vez violencia de parte de un compañero íntimo». La ONU determina que, en el continente, entre el 30% y 40% de las mujeres ha sido víctima de algún tipo de violencia intrafamiliar, y que ésta es la principal causa de lesiones entre las mujeres de 15 a 44 años.

De América Latina, la fecha saltó al mundo gracias a la declaración de Naciones Unidas, pues la Violencia contra la Mujer en un problema Universal. A día de hoy, en pleno 2017, no podemos olvidar que En Estados Unidos una mujer es agredida cada 15 segundos, ni que, en los países del norte de Europa, alrededor del 50% de las mujeres mayores de 15 años han sido víctimas, en alguna ocasión, de violencia de género.